Hechos 10:1–48; 11:1–18
1 Y había en Cesarea un varón llamado Cornelio, centurión de la compañía que se llamaba la Italiana,
2 devoto y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo y oraba a Dios siempre.
3 Éste vio claramente en visión, como a la hora novena del día, que un ángel de Dios venía a él y le decía: ¡Cornelio!
4 Y él, mirándole fijamente y espantado, dijo: ¿Qué es, Señor? Y le dijo: Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios.
5 Envía, pues, ahora hombres a Jope y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro.
6 Éste se hospeda en casa de Simón, el curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que debes hacer.
7 Después de que se fue el ángel que hablaba con Cornelio, este llamó a dos de sus criados y a un devoto soldado de los que le asistían,
8 a los que envió a Jope, después de habérselo contado todo.
9 Y al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar, cerca de la hora sexta;
10 y aconteció que le vino mucha hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis.
11 Y vio el cielo abierto, y que descendía algo como un gran lienzo que, atado de los cuatro cabos, era bajado a la tierra,
12 en el cual había de todos los cuadrúpedos de la tierra, y reptiles y aves del cielo.
13 Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come.
14 Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás.
15 Y volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios ha limpiado, no lo llames tú común.
16 Y esto ocurrió tres veces; y el lienzo volvió a ser recogido en el cielo.
17 Y mientras Pedro dudaba dentro de sí, preguntándose qué sería la visión que había visto, he aquí, los hombres que habían sido enviados por Cornelio, habiendo preguntando por la casa de Simón, llegaron a la puerta.
18 Y llamando, preguntaron si Simón, que tenía por sobrenombre Pedro, se hospedaba allí.
19 Y mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan.
20 Levántate, pues, y desciende y no dudes en ir con ellos, porque yo los he enviado.
21 Entonces Pedro, descendiendo a donde estaban los hombres que fueron enviados por Cornelio, dijo: Heme aquí, yo soy el que buscáis. ¿Cuál es la causa por la que habéis venido?
22 Y ellos dijeron: Cornelio, el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que goza de buena fama entre toda la nación de los judíos, ha recibido aviso de un santo ángel de hacerte venir a su casa y oír tus palabras.
23 Entonces, haciéndolos pasar, los hospedó. Y al día siguiente, levantándose, se fue con ellos; y le acompañaron algunos de los hermanos de Jope.
24 Y al otro día entraron en Cesarea. Y Cornelio los estaba esperando, habiendo llamado a sus parientes y a los amigos más íntimos.
25 Y cuando Pedro entró, salió Cornelio a recibirle; y postrándose a sus pies, le adoró.
26 Pero Pedro le levantó, diciendo: ¡Levántate! Yo mismo también soy hombre.
27 Y hablando con él, entró y halló a muchos que se habían reunido.
28 Y les dijo: Vosotros sabéis que está prohibido para un varón judío juntarse con un extranjero o acercarse a él, pero Dios me ha mostrado que a ningún hombre llame común o inmundo;
29 por lo cual, al ser llamado, he venido sin poner ninguna objeción. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir?
30 Entonces Cornelio dijo: Hace cuatro días que a esta hora yo estaba ayunando; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, he aquí, un varón con vestiduras resplandecientes se puso delante de mí.
31 Y dijo: Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios.
32 Envía, pues, a Jope y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; este se hospeda en casa de Simón, el curtidor, junto al mar, quien, cuando venga, te hablará.
33 Así que, enseguida envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oír todo lo que Dios te ha mandado.
34 Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas,
35 sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace lo justo.
36 Dios envió la palabra a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por medio de Jesucristo; este es el Señor de todos.
37 Vosotros sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó Juan,
38 en cuanto a Jesús de Nazaret: cómo le ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder, y cómo anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
39 Y nosotros somos testigos de todas las cosas que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén, a quien mataron, colgándole en un madero.
40 A este levantó Dios al tercer día e hizo que se apareciese,
41 no a todo el pueblo, sino a los testigos que Dios había escogido de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él después que resucitó de entre los muertos.
42 Y nos mandó que predicásemos al pueblo y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de los vivos y de los muertos.
43 De él dan testimonio todos los profetas, de que todos los que crean en él recibirán perdón de pecados por su nombre.
44 Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el mensaje.
45 Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo,
46 porque los oían que hablaban en lenguas y que magnificaban a Dios.
47 Entonces respondió Pedro: ¿Acaso puede alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros?
48 Y les mandó que fueran bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.