martes, 28 de junio de 2016

El Salvador Sufre En Getsemaní




Mateo 26:36–57

36  Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, mientras voy allí y oro.
37  Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.
38  Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo.
39  Y yéndose un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.
40  Y vino a sus discípulos y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
41  Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.



42  Otra vez fue y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
43  Y vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.
44  Y dejándolos, se fue de nuevo y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.
45  Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores.
46  ¡Levantaos, vamos! He aquí ha llegado el que me entrega.
47  Mientras todavía hablaba, he aquí llegó Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y con palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.



48  Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo bese, ése es; prendedle.
49  Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: Salve, Maestro. Y le besó.
50  Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se acercaron, y echaron mano a Jesús y le prendieron.
51  Y he aquí, uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hirió a un siervo del sumo sacerdote y le cortó la oreja.
52  Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar, porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.
53  ¿Acaso piensas que no puedo orar a mi Padre ahora, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?
54  ¿Cómo, pues, se cumplirían las Escrituras de que así debe suceder?
55  En aquella hora dijo Jesús a la gente: ¿Así como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis.
56  Mas todo esto ha sucedido para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.
57  Y los que prendieron a Jesús le llevaron a Caifás, el sumo sacerdote, donde los escribas y los ancianos estaban reunidos.



viernes, 24 de junio de 2016

Jesús Advierte A Pedro Y Ofrece La Oraión Intercesora



Lucas 22:31–34

31  Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;
32  pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, fortalece a tus hermanos.
33  Y él le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo aun a la cárcel y a la muerte.
34  Y él dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.


La Última Cena





Juan 13:1–35













1  ANTES de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que su hora había lleg
ado para que pasase de este mundo al Padre, como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin.
2  Y acabada la cena, como el diablo ya había puesto en el corazón de Judas hijo de Simón Iscariote que le entregase,
3  sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios y a Dios iba,
4  se levantó de la cena, y se quitó su manto y, tomando una toalla, se la ciñó.
5  Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
6  Entonces llegó a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?
7  Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; pero lo entenderás después.
8  Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Le respondió Jesús: Si no te lavo, no tendrás parte conmigo.
9  Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.
10  Jesús le dijo: El que está lavado no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.
11  Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos.
12  Así que, después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a sentarse a la mesa y les dijo: ¿Sabéis lo que os he hecho?
13  Vosotros me llamáis Maestro y Señor; y decís bien, porque lo soy.
14  Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.
15  Porque ejemplo os he dado, para que así como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
16  De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.
17  Si sabéis estas cosas, bienaventurados sois si las hacéis.
18  No hablo de todos vosotros; yo sé a quiénes he elegido; pero para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo levantó contra mí su calcañar.
19  Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy.
20  De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo envío, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, recibe al que me envió.
21  Cuando hubo dicho Jesús esto, se conmovió en el espíritu, y testificó y dijo: De cierto, de cierto os digo que uno de vosotros me va a entregar.
22  Entonces los discípulos se miraron unos a otros, sin saber de quién hablaba.

23  Y uno de sus discípulos, a quien Jesús amaba, estaba reclinado en el pecho de Jesús.
24  A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba.
25  Él entonces, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?
26  Respondió Jesús: Es aquel a quien yo le dé el pan mojado. Y mojando el pan, se lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón.
27  Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo pronto.
28  Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo eso.
29  Porque unos pensaban que, como Judas tenía la bolsa, Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres.
30  Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, salió en seguida; y era ya de noche.
31  Entonces, cuando él salió, dijo Jesús: Ahora es glorificado el Hijo del Hombre, y Dios es glorificado en él.
32  Si Dios es glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo, y en seguida le glorificará.
33  Hijitos, aún estaré con vosotros un poco. Me buscaréis, pero, como dije a los judíos: A donde yo voy, vosotros no podéis ir; así os digo a vosotros ahora.






34  Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros.
35  En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros.


A Mi Lo Hicisteis

Mateo 25:31–46

31  Y cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria.
32  Y serán reunidas delante de él todas las naciones; entonces apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
33  Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a la izquierda.
34  Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
35  Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;
36  estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí.
37  Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos?, ¿o sediento y te dimos de beber?
38  ¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos?, ¿o desnudo y te cubrimos?
39  ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?
40  Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
41  Entonces dirá también a los que estén a la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
42  Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
43  fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.
44  Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o forastero, o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te servimos?
45  Entonces les responderá, diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.
46  E irán éstos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna.


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